lunes, 30 de noviembre de 2009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Emilio para todo lo demás


















La primera vez que vi a Emilio él reposaba tranquilo en un asiento del tren. Ambos veníamos de Galicia, él de Orense y yo de Coruña, un 8 de enero de 2007. Con la gorra en la cabeza a modo de sombrilla y las piernas estiradas, daba el pego de un chaval desaliñado. La segunda vez que lo volví a ver fue camino a casa, en Pamplona, dos meses después del anterior encuentro. Esta vez yo iba con un amigo que era conocido suyo. Ambos se detuvieron para hablar, intercambiaron impresiones del tiempo, la ciudad... las típicas banalidades que siempre salen en una conversación cordial y casi forzada. Él y yo no hablamos porque ni nos conocíamos, sólo de vista. El día que yo tomé el primer contacto directo fue por teléfono, en una conversación meditada tras la que terminamos atando cabos. Emilio estudia Medicina, tiene 22 años y muchas ganas de comerse el mundo. Adora la Fotografía y la Música, aunque no sabría decir cuál más. Su cuarto es todo un conglomerado de pósters de Jimmy Hendrix en varios colores, también están los Beatles en Abbey Road, la famosa lengua de los Rolling y varios carteles de la película Desayuno con diamantes cuya protagonista es la poderosa y dulce Audrey Hepburn. En la puerta de su armario se aprecia un cartel de Alfons Mucha, artista checo de los años 30 dedicado más a publicitarse que a publicitar su Art Noveau. Emilio es retro, le chiflan las antiguallas, se interesa por las viejas glorias. Supongo que él lucha por ser una de ellas, aunque no vieja. Se cuida muchísimo:

-¿Pero qué haces?, ¿te estás maquillando?
-¡Qué dices! Me estaba tratando las manos...
-¿..?
-En esta ciudad hace muchísimo frío, la crema evita que se agrieten.

En temas de salud es necesario mencionar una de sus características más peculiares: abstemio. No le gusta el alcohol, ni lo prueba. Sobre la mesa de su cuarto reposa un marco negro de fieltro con una fotografía de su familia: “Es de un viaje a Praga, regalaban cerveza negra en este bar. Yo posé para la foto pero en verdad se la tomó mi hermano pequeño”. Emilio no detesta el alcohol pero ve innecesario el consumo exagerado. Vive bien sin emborracharse, sin embargo, ¿es compatible con su papel de músico de rock?
Melómano desde muy pequeño. Con siete años Emilio descubrió en su casa de Orense una guitarra española propiedad de su madre. El afán por aprender a tocar le movió a arreglar el instrumento que con tres cuerdas y una caja de resonancia un tanto dañada poco podía hacer. El carpintero le cobró por aquel entonces unas caras 7000 pesetas. Ahora tiene una colección más amplia: dos guitarras españolas, una acústica de doce cuerdas, un bajo, una mandolina y otras dos guitarras eléctricas entre las que se encuentra la deslumbrante Fender Telecaster del 52. Todos estos instrumentos forman el repertorio de este joven músico. Pero la más querida y añorada por Emilio es la Fender. De manera delicada está expuesta en su cuarto de Pamplona, junto al armario y la cama. Se mantiene erguida y solemne ante cualquier movimiento, como una estatua. Mientras habla conmigo la mira varias veces de reojo, por si acaso decide moverse. Allí abajo, en el rincón de la guitarra, reposan sus ansias de tocar cuando estudia.
Su fama comenzó cuando motivado por un amigo, entró a formar parte de la banda de rock orensana Desengaño en el año 2004. Eso sí que fue un desengaño, porque la abandonó en 2008 al verse incompleto. No compartía con los componentes la esencia ni el desgarro por la música. Él se veía más pasional, deseaba ampliar su camino y componer sus propias canciones ya que los chicos desengañados se limitaban a imitar singles de distintos grupos conocidos. Emilio se estableció en solitario, como solitarios eran y son sus fines de semana. Apenas sale de noche, si acaso a un concierto o alguna fiesta, pero poco. Encerrado en sus pensamientos, aprovecha las horas en silencio para pensar, para dedicarse a su vida, a su música, a sus fotos y a todo lo que rodee. Si algo tiene es un alma muy inquieta y de constante mejora. Cierto sábado me acerqué a su casa para charlar. Eran las 12 y media de la noche (Emilio no sale pero trasnocha). Me abrió la puerta un compañero de piso, y desde mi perspectiva apoyada en el quicio aparecía tranquilamente sentado en el sillón un chico con chándal amarillo y una camiseta cualquiera. La televisión encendida, la postura del cuerpo desgarbada y una paz omnipresente formaban un paisaje en consonancia con su personalidad paciente, previsora ante los cambios. Me miró con sorpresa y alegría por mi visita inesperada y nos pusimos a dialogar. Una de las cosas que más me gustan de Emilio es la manera de fanfarronear sobre los grupos de rock que a ambos nos gustan:

-Ya sabes... Bob Dylan es un loco con clase.
-Bueno Em, yo prefiero a los Clash.
-London Calling es un clásico.
-¿Nuestro clásico?
-No te entiendo, Bego...
-Toda una tarde de tren escuchando ese CD.
-Cierto, las tardes en el tren, nuestras tardes en el tren.

A decir verdad Emilio es un tipo entrañable, muy independiente pero entrañable. Siempre está dispuesto a todo, menos a beber, claro está. Es culto, sabe de todo: Música, Historia, Ciencia... y también de Fotografía. Con sumo cuidado saca un álbum de cuadros marrones y blancos de una estantería mientras me lo tiende para que le eche un ojo. Son buenas capturas, imágenes de naturaleza: un caballo en el monte, su abuelo, riachuelos. También aparecen tras las páginas varias fotos artísticas tomadas en Praga o rincones de su querida Orense. Cuenta con un equipo sublime, una reflex Nikon D60 comprada en abril de 2009. Pero su interés viene desde lejos, como su interés por la música, como él y todas sus inquietudes. Comenzó sus andanzas en la Fotografía a los siete años con una cámara de carrete al tiempo que cogía los vinilos de su padre para cantar cualquier éxito de los Beatles. Siempre con prisa por crecer pero con paciencia en el descubrimiento de nuevos logros.
Emilio va al son de sus pasos, que no van al ritmo del resto. Diría que representa casi de forma calcada todo un estereotipo de músico recién entrado en la veintena en apariencia más superficial: sus camisas de cuadros, las zapatillas desgastadas, y no digamos su colección de gafas RayBan. Un auténtico fetichista de este diseñador. Las Wayfarer, que además lleva su estimada Audrey en Desayuno con diamantes, las tiene en negro y en carey. También son reliquias encontradas en su casa. Y un clásico: las gafas de aviador. Siempre con ellas apoyadas en su redonda nariz, porque Emilio tiene un físico agradable: estatura media, complexión delgada y erguida, manos ágiles y proporcionadas, melena al viento y lisa como una tabla: “A veces me tiro todo un semestre sin cortármela. Me importa un pepino cómo la tenga...”. Pero todo los elementos del Cosmos parecen organizarse para que Emilio no ande despeinado a pesar del poco cuidado que señala. Haga frío o calor aparece siempre tranquilo, con el pelo en su sitio, la carpeta bajo el brazo y su andar parsimonioso, nunca apurado. Pero quién ahonda en la personalidad de este tipo con encanto descubre que tras las camisas de cuadros y las RayBan hay todo un ser lleno de vida y espíritu.
En ocasiones me lo encontraba en la biblioteca y manteníamos una pequeña conversación para matar las horas de estudio:

-¿Cómo lo llevas?
-Apurando la hora de salir...
-Yo lo mismo, a ver si termino rápido y me voy a tocar un rato.
No es un obsesionado por la música. Yo lo tildaría de exquisito y degustador. Saborea las canciones y luego las ensaya con cariño, como con cariño coge la guitarra. Emilio se pone serio para tocar, se concentra. Frunce el ceño, los labios y entrecierra un poco los ojos, sólo cuando va saliendo la melodía, se relaja. Entonces se acomoda, estira las piernas y exhala un profundo suspiro de alivio. Jamás se enfada ni grita, a pesar de ser un hombre de contrastes. Lucho como músico, Emilio para todo lo demás. Porque es paradójico que siendo rockero se muestre abstemio y educado. ¿Dónde se esconde aquel el mito que clamaba sexo, drogas y Rock & Roll? Parece que por fin alguien se atreve a romperlo, y qué mejor que Emilio. Un chico con sentido común y basta personalidad como para imponer un nuevo estereotipo. Quién sabe, quizás en un futuro alguien lo imite. Pero no sólo a sus cuadros en las camisas ni a su pelo perfectamente colocado, ni tampoco a las gafas de aviador. Quién sabe, repito. Sólo espero que sea pronto.

martes, 24 de noviembre de 2009

A solas con Mónica

Hablando de Ética y Deontología

Mónica es profesora de Deontología en la Universidad de Navarra, además de su atender a sus alumnos en clase, tiene tiempo para acoger a aquellos que deseen asesoramiento académico o quizás, un poco de charla para pasar un rato agradable.




¿Porqué decidiste meterte en temas de Deontología en vez de otras materias?

Mi opción más que la Deontología fue la carrera universitaria y la formación de las personas. En la universidad es cuando la gente se plantea muchas cosas sobre el mundo y sobre ellos mismos y esto es interesante a la hora de enseñar.

La razón de Deontología en enseñanza muestra modos de contar las cosas, dar sentido a temas éticos que dan respuesta a esas preguntas antes mencionadas.



¿Aprendes de tus alumnos?

Constantemente y en varias dimensiones. Por un lado a través de las preguntas y dudas que surgen en el aula, y la interactividad en el aula ayuda a resolver los problemas que surgen de las voces de otros alumnos con planteamientos distintos que aportan a los míos y que tal vez nunca antes había pensado.



¿Tomas en serio a tus alumnos y su modo de ver el mundo?


Cada generación es distinta, además la sensibilidad ha cambiado. Los principios ya no son los de antes y eso radica primero en el ámbito familiar y luego en la educación proveniente del colegio y universidades. Ha perdido fuerza la formación tradicional de la vida y orden. Hay una creciente influencia de los medios de comunicación.






Y la consecuencia...


Fatal. Debería haber un cambio en los medios, sobre todo en Televisión. Actúa en forma de ocio y entretenimiento. La información junto con el entretenimiento y la educación son tres pilares que deberían ir unidos para una mejor compresión del mundo que nos rodea.. Ayuda a educar el gusto y a discernir en calidad.


Un último mensaje:


Me gustaría que la gente aprendiese a consumir en familia. Todos necesitamos un poco de reflexión, sobre todo si vamos a trabajar en medios de comunicación.






domingo, 22 de noviembre de 2009

Fotoperiodismo, una historia

Los fotoperiodistas son mensajeros,

impulsores del cambio.

A través de sus cámaras podemos

ver, oler, oír, tocar, pensar y tal vez recapacitar”


Andy Steel




1.- Concepción y nacimiento del Fotoperiodismo


Con la invención de la imprenta, nació una nueva forma de narrar las noticias. Los hechos se contaban a través de escritos que iban acompañados de ilustraciones o daguerrotipos. Con la Guerra de Crimea, entre los años 1853 y 1856, la prensa incluyó grabados para mostrar visualmente la situación en conflicto. No fue, sin embargo, hasta el 4 de marzo de 1880 cuando de manera explícita apareció por primera vez una fotografía en un periódico. La exclusiva se debe al Daily Graphic de Nueva York.

A partir de 1887, la invención del flash permitió que la calidad de las fotografías mejorase en ambientes pobres de luz. En 1921 se inventó el telefoto, un mecanismo que lograba transportar imágenes a través del teléfono, pero uno de los mayores logros en Fotografía se debe al nacimiento de la cámara Leica en 1925 y al primer foco de flash descubierto entre 1927 y 1930. Ambos inventos supusieron un enorme desarrollo en Fotoperiodismo, que junto con la Agencia Magnum contribuyeron a una concepción de la imagen visual como elemento configurador de opiniones y expresiones.



primera leica que data de 1925


2.- Fotografía como medio para la interpretación


A finales del siglo XIX y principios del XX la fotografía se tomó como una nueva forma de expresión. Gracias a los nuevos enfoques y tomas, los fotógrafos de esta época intentaron captar momentos simples o cotidianos para dotarlos de un sentido más profundo. Así muchos artistas decidieron emplear la imagen para mostrar realidades amplias a través de conceptos reducidos como lo son las fotografías.

Jacques-Henri Lartigue (1894-1986) fue uno de los pioneros en fotografía, mostró sus primeros intereses en la materia en 1902, aunque su imagen más famosa fue tomada en 1912 durante el Gran Premio del Automóvil Club de Francia. Sin embargo las instantáneas tal y como las conocemos hoy todavía no existían, Lartigue, apenas un chaval, manejaba un mecanismo formado por frágiles placas de cristal, cámaras pesadas, lentes lentas además de un dificultoso proceso de revelado que en muchas ocasiones distorsionaba la imagen.


Una de las primeras fotografías de Lartigue durante el Gran Premio de Francia


Atrás no se quedan Henri Cartier-Bresson (1908-2004) y Robert Doisneau (1912-1995), dos fotógrafos que van de la mano en su obra. De forma paralela enseñan las realidades de una misma moneda, es decir, la París de principio de siglo. Tanto Cartier-Bresson como Doisneau emplearon la ciudad para dotar de escenario a sus protagonistas, transeúntes, parejas enamoradas, nuevas tendencias, momentos peculiares... Doisneau se lleva la fama con la fotografía tomada frente al Ayuntamiento de la capital francesa. “Beso frente al Hôtel de Ville”, de 1950, es en la actualidad uno de los iconos más reconocidos en Fotografía.

Por su parte, Cartier-Bresson es, si cabe el término, un tanto más vanguardista que su colega. Emplea la cámara para plasmar los nuevos movimientos que entraban en Europa. La homosexualidad está presente en algunas de sus capturas. Temas de variopinta índole social se ven reflejados en las imágenes de uno de los fotógrafos que marcó una tendencia casi sin darse cuenta. Un autor que plasmaba escenas costumbristas llenas de fuerza y encanto como la “Pequeña Mélanie” o aquella en la que sale una mujer de entrada edad leyendo Le Figaro que mira desdeñosa a su compañera de café, una joven liberal con el periódico Le Monde entre sus piernas.

Para Cartier-Bresson su fotografía no deja de ser un medio para un fin y como él mismo afirma: “El aparato fotográfico es para mi un cuaderno de croquis, el instrumento de la intuición y de la espontaneidad, el maestro del instante que, en términos visuales, cuestiona y decide al mismo tiempo. Para significar el mundo, es preciso sentirse implicado con lo que se recorta a través del visor. Esta actitud exige concentración, sensibilidad, un sentido de la geometría. Es a través de una economía de medios y sobre todo el olvido de uno mismo como se llega a la simplicidad de la expresión” .

Otro grande de la época de auge del Fotoperiodismo fue W. Eugene Smith. Nacido en 1918 en Wichita, Kansas. Tomó el primer contacto con la Fotografía doce años después, y en el 1935 se convierte oficialmente en fotógrafo de prensa a tiempo parcial para el Wichita Eagle y el Wichita Bacon. Fue un autor consagrado al Fotoperiodismo durante toda su carrera. Preocupado por la imagen y sentido de la misma, intentó dotar de dimensión a sus fotografías durante toda su trayectoria laboral en los distintos periódicos y revistas entre la que resalta su colaboración para Life (39) tanto en artículos y como corresponsal en la guerra del Pacífico del Sur en 1944. Apenas tiene algunas capturas artísticas como “El velatorio”, de 1950, dónde expresa emociones amargas y naturales como la muerte de un familiar. Diez años más tarde se decide a impartir clases de Fotoperiodismo y en el 69 se incorpora a la New School for Social Research, de Nueva York. Fallece en 1978 en Tucson. Una de las fotografías más valoradas fue tomada en 1955, en Carolina del Sur durante una congregación de miembros del Ku Klux Klan, vestidos con sus peculiares atuendos.


El velatorio, de W. Eugene Smith


De la misma tendencia que los anteriores está André Friedmann, más conocido como Robert Capa (1913-1954). Desde 1930 trabaja como fotógrafo. Sus capturas son más de reflejo social como la guerra civil española en la típica “Muerte de un soldado republicano” de la que se cuestiona su veracidad. Para Capa el impacto en el espectador es lo importante, busca provocar un efecto, la fotografía como centro de la acción. El célebre fotógrafo murió en 1954 durante la guerra de Vietnam en un accidente mortal en Thai-Binh.

En cuanto a fotógrafos de ámbito, dos personas son destacables entre otros muchos. El gallego Ramón Caamaño (1908-1989), que a través de su cámara (primero una caja con disparador y luego una West-Pocket) inmortalizó momentos ocurridos por toda la Costa de la Muerte. Retratos, fotografía de entierros, familias y en definitiva, actos cotidianos como faenas de pesca y maestras de la costura quedaron para siempre en un archivo que se conserva en una villa gallega del ayuntamiento de Muxía, perteneciente a la provincia de La Coruña. Más conocido internacionalmente es Martín Chambi (1891-1973), un peruano que desde 1900 trabaja en la mina de Santo Domingo en Carabaya, lo que le permite conocer las deplorables condiciones laborales. Después de ocho años de duro trabajo se muda a Arequipa dónde aprende fotografía con Max T. y en 1917 expone por vez primera sus trabajos. Chambi se centra sobre todo en un paisaje conocido y cercano. En sus imágenes aparecen también personas de su entorno y cultura, como un indio que toca la flauta junto a su llama, una escalera o indígenas con el traje folclórico. Es un autor que quiere plasmar su realidad social, el contexto de un Perú pobre pero con gentes ricas en personalidad y espíritu.


Autorretrato de Ramón Caamaño

La fotografía de vanguardia viene de la mano de Man Ray (1890-1976) y Herbert Bayer (1900-1985). El primero empleaba la fotografía como un medio para el arte. Man Ray descubrió el enorme papel de transmisión y se aprovechó para establecer imágenes bidimesionales como “El violón”, “Lágrimas de vidrio” o “La plancha”. Bayer le dio un toque más surrealista a la fotografía, con un sentido de impacto. Empleaba el fotomontaje para dar vida a imágenes soñadas, como lo hace en “Autrorretrato” en la que aparece el propio autor con un trozo de brazo en la mano a modo de estatua de piedra.


Le violon, de Man Ray

Tanto para los clásicos como para los que decidieron innovar, la fotografía en esta época se empleó fundamentalmente como un medio de transmisión directa de una realidad social, cultural e histórica. Son imágenes dotadas de un sentido último, pretenden crear movimiento en los receptores, llamarlos a la acción, mostrar por medio de distintas capturas un reflejo de la realidad cambiante pero estática en Fotografía. Las imágenes como medio para la interpretación son el paso previo y fundamental del fotoperiodismo actual. Estos autores son, en definitiva, precursores de imágenes e ideas.


3.- Fotografía como medio de denuncia


Íntimamente relacionado con la fotografía costumbrista se encuentra la de denuncia. Los fotógrafos pretenden acercar a través de sus imágenes las distintas realidades, y no sólo enseñar las caras de felicidad o alegría. También se muestran perspicaces cuando apuestan por el cambio. Alfred Stieglitz (1864-1946) fue un norteamericano que popularizó las vanguardias europeas en Nueva York. Numerosas exposiciones organizadas por él mismo que acercaron trabajos de Matisse, Rodin, Picasso, Picavia y Severini entre otros, junto con la apertura de la Photo-Secession, supusieron una nueva concepción de la fotografía en la América de principio de siglo. Stieglitz, sin embargo, no rechazaba las formas tradicionales, y así lo plasma en “Tercera clase”. En esta fotografía aparece una muestra de desconcierto ante la situación por parte del artista. Intentó transmitir las condiciones en las que viajaba en barco la clase popular. De forma sencilla, aparecen en el escenario personas con gestos torcidos, caras desganadas con ropas sucias y viejas. Los personajes de la imagen se muestran tranquilos, resignados ante una situación inevitable.

¿Presos de sus destinos?

Dorothea Lange (1895-1965) parece estar de acuerdo con ésta última pregunta. Junto con el escritor y reportero John Steinbeck, se lanza a documentar con sus fotografías las deplorables formas de vida de todas aquellas personas norteamericanas que no se beneficiaron del New Deal del entonces gobierno de Roosevelt. Con la denuncia como telón de fondo, la artista retrata las miserias de los temporeros, que atormentados por las malas condiciones del tiempo y la cosecha, están condenados a vivir en la pobreza, con hijos enfermos y sin apenas víveres. Una de las fotografías más famosas de Lange es la “Madre trabajadora”, tomada en 1936, en Nipomo, California. Muestra un rostro afectado por la situación, las arrugas en una frente joven para esos rasgos son la forma más directa de mensaje.


Madre preocupada en Nipomo, California

Sin salir del continente norteamericano, está Walker Evans (1903-1975) que con su fotografía “Bud Fields y su familia”, tomada en Hale Country en el estado de Alabama, enseña una vez más rostros atormentados por la pobreza. Caras tristes y pacientes vuelven a ser retratadas. Contra todo pronóstico, el Gobierno tomó parte ante la situación en la que el mundo rural estaba viviendo y comenzó a ayudar a todas esas familias perjudicadas. Los descendientes de la fotografía tomada por Evans viven y no les resulta del todo agradable recordar las condiciones en las que tuvieron que desenvolverse sus antepasados a pesar de salir un poco de la miseria.

Otro norteamericano que tuvo una enorme influencia en la fotografía de denuncia de aquel entonces fue el neoyorkino Paul Strand (1890-1973). Este inquieto artista no se ciñó sólo a las miserias que asolaban su país, sino que recorrió cinco naciones en busca de más trabajos. Así pues se desplazó a Francia, las islas Hébridas escocesas, Ghana, Egipto e Italia, dónde tomó una de las imágenes más peculiares: “La familia”, en Luzzara. Es esta imagen aparecen de forma simple y casi ordenada los componentes de una familia: cinco hermanos y una madre. A pesar de la cercanía física entre ellos, parece haber una distancia espiritual. En la fotografía aparecen marcadas a través de los gestos, las personalidades de cada uno de los personajes.

Italiana pero que emigró a México para desarrollar algunos trabajos de fotografía es la aspirante a actriz Tina Modotti (1896-1942). Buscaba la verdad a través de los gestos más cotidianos y de proximidad a la vida. “Me interesa la fotografía honesta”, declaraba mientras trabajaba para la revista Mexican Folkways. Se dedicó a documentar la revolución de trabajadores mineros en México durante el 1929 lo que le costó su deportación un año más tarde por agitadora política. Nueve años más tarde regresa a lo que ella considera como su segunda patria, a su querido México, hasta su muerte.

En Holanda también existen intereses por la fotografía de denuncia de la mano de Ed van der Elsken (1925-1990). Este amsterdense viajó por todo el mundo para comprender las realidades sociales y políticas, y una de las más representativas aparece retratada en una fotografía tomada en Durban, Sudáfrica, en 1959. En esta imagen se ve un banco en primer plano en el que cuatro señoras de unos 70 años cada una están sentadas y charlan animadamente mientras contemplan el mar. En la parte de atrás del banco aparece detallada la explicación de que las cuatro amigas escogieran ese asiento. En un letrero blanco con letras negras se lee la frase “Europeans Blankes”. No es ni casualidad ni broma. Es un fotografía que pretendió plasmar un momento histórico y político. No se trata de una agresión a la condición de las señoras, sino a una situación social en la que se encontraba la Sudáfrica de aquel entonces.


European Blaks de Ed Van der Elksen

Con una mirada más puesta en la actualidad, la fotografía de denuncia cumple su papel con fotógrafos como Adrian Fisk, Jeff Mitchell y Daniel Silva Yoshisato. El primero de ellos, británico aunque de origen australiano hizo la mayoría de sus trabajos en India, dónde considera que está una gran parte de su corazón. Allí capturó imágenes del paso de un tsunami que azotó la mayor parte del sur de India en 2004. Lo que el fotógrafo pretendió mostrar era la desilusión que existía después del desastre en una zona alegre, habitada por el bullicio. Una de sus fotografías muestra una casa derruida en la que aparecían cuidadosamente dibujados jarrones de distintos colores en las paredes. Fisk explica la sensación de soledad que existía en el lugar una vez ocurrido todo: “Aparecieron los cuervos como heraldos de la muerte mientras el mar parecía tranquilo e inocente”.

En la misma ciudad, en Nagapattinam, captura instantes en los que los pueblerinos se acercaban a los escombros para ver lo que podía salvarse y una mujer con las manos vacías en señal de ayuda. Otros trabajos en el mismo país, concretamente en Gwalior, muestran otra cara de la realidad que se vivía en India: una chica de apenas diecinueve años tiene la cara cortada por culpa de un marido al que le atacan los celos y la codicia. En el Templo de Baliji, también en la India, Fisk nos presenta a una familia antes y después de vender sus melenas. Occidente reclama pelucas y el negocio de cabellos es un gran potencial para los que no tienen cómo ganarse la vida.

Daniel Silva Yoshisato, peruano nacido en Lima, se centra en su país. Más que fotografía de denuncia, este artista se ciñe a mostrar al mundo las costumbres de una nación sin ganas de innovación, cambio y, a la par, de grandes contrastes. Mientras que en Lima la riqueza hace gala en los edificios de sus calles, en los pueblos más recónditos como Churubamba, todavía se juega al fútbol en chanclas, y lo practican un numeroso grupo de indígenas vestidas con trajes coloridos y tradicionales. Sin embargo, una de las imágenes que lo lanzó a la fama fue una tomada en Ayacucho, también Perú, en el año 2002 durante un acto organizado por la Comisión de la Verdad, en el que las tumbas de 62 ciudadanos las transportan las gentes del pueblo por las calles en señal de respeto y honor a los difuntos. La banda terrorista Sendero Luminoso fue la culpable de todos los asesinatos efectuados durante la década de 1980 y 1990.

Jeff Mitchell, británico como Fisk, no fue a la universidad ni aprendió fotografía a través de cursos. Tanto su padre como su hermano fueron los que se encargaron de la formación del joven ganador de “Young Photographer of the Year”, en 1996, y muchos premios posteriores como algunos otorgados por la marca Fujifilm o el “World Press Photo Awards” en Ámsterdam en el año 2001. Casi todas sus capturas fueron realizadas en Escocia, una de las más llamativas fue tomada en Glasgow. Tres personas kurdo iraníes que habían solicitado un permiso de asilo iban a ser deportadas, y como repulsa se cosieron los labios. Mitchell asegura que “la desesperación necesaria para dejarse morir de hambre y hacer algo tan drástico como coserse la boca expresa con cuánta vehemencia estaba en contra de regresar a su país. Quería que le fotografiara, y en cuanto saqué la foto supe que serviría”.


Fotografía de Tina Modotti en la que sale una indígena mexicana

Las imágenes son algo más que momentos de la realidad, son instantes de acciones y comportamientos. Los fotógrafos buscan provocar la respuesta en el receptor, y que las capturas pasen a ser portavoces de aquellos que no tienen cómo hacerse escuchar. La fotografía como denuncia supuso un enorme avance en la apertura de sucesos que pasaban en lugares remotos del mundo. Occidente comenzó a hacerse cargo de las acciones, a veces fortuitas (como los desastres naturales), otras provocadas. Este nuevo género que nació en verdad desde que existe la fotografía, es el precedente del fotoperiodismo actual, de la cobertura de conflictos.


4.- Fotografía y periodismo como cobertura de conflictos

Una visual de los últimos quince años permite observar que las fotografías referentes al periodismo en esta época tan sólo muestran conflictos y guerras. Las imágenes costumbristas pasan a ser un estereotipo y archivo del pasado. Fotografías de momentos rutinarios pero llenos de encanto se asocian a los retratos de Doisneau, Arnold Newman o Brassaï y el Fotoperiodismo queda relegado a una captura de imágenes violentas o llenas de sentido trágico.

Este género sin embargo va mucho más allá. Es un conglomerado de significados, es una imagen, un medio para la denuncia y un medio para la acción. Desde la guerra civil española en el 1936, David Seymour (1911-1956) toma las primeras imágenes del conflicto. “Ataque con granadas” fue una de las primeras fotografías que informó en directo sobre la muerte en el campo de batalla. Es una imagen de carácter testimonial y solemne. La fuerza de los personajes ayuda al emisor a meterse en la fotografía y a pensar sobre la situación.

Larry Burrows (1926-1971) fue el conocido fotógrafo que inmortalizó los terribles momentos de la Guerra de Vietnam durante la segunda mitad de la década de 1960. “Zona desmilitarizada” muestra en primer plano a un marine estadounidense que dirige a su pelotón por la llamada DMZ, la línea divisoria entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. Una de las imágenes más impactantes es en la que se aprecia a James C. Farley, el jefe de artilleros del escuadrón de helicópteros, con una metralleta atascada mientras que el capitán del aparato, James E. Magel, yace mortalmente herido. Está hecha en blanco y negro y tan sólo la fuerza con la que el jefe abre la boca, permite oír el grito desgarrador de Farley. Es una transmisión directa de impotencia y angustia de la que el receptor de hace cargo.


Larry Burrows retrata a soldados y a la fotoperiodista, Catherine LeRoy, durante la guerra de Vietnam

Fotografía del capitán James C. Farley sosteniendo a su amigo y piloto James E. Marley, herido mortalmente


Sebastiao Salgado, brasileño nacido en 1944 en Aimores, dedica gran parte de su trabajo a fotografiar la injusticia en su país. “Pelea entre un minero de Serra Pelada y un policía”, tomada en 1986, refleja la controversia de los mineros frente a su gremio y las autoridades. Las deplorables condiciones de trabajo obligan a los operarios a manifestarse cada cierto tiempo para cambiar la situación, sin embargo el Estado no se hacía cargo.

En Cachemira también había injusticia y problemas. Para contarlo estuvo Ami Vitale, una norteamericana nacida en 1971, ganadora del “World Press Photo” en 2003 y 2005. Cubrió el conflicto en Cachemira en el año 2004 aunque su fotoperiodismo también enseña una cara alegre dentro del desastre de la guerra. Una imagen tomada en Akhnoor muestra a cuatro niñas mojadas por el agua de camión, y cómo son capaces de sonreír esos rostros a pesar de su situación. Al otro lado, en Badgam, también se vivía en la incertidumbre. Una instantánea en marzo, capturó el momento de una madre besando a su hija por la muerte de cinco fallecidos en un ataque. En el mismo mes y en la misma ciudad Vitale se acercó a una concentración de personas que esperaba a que el ejército indio les llevase los cadáveres de las cinco personas muertas durante el ataque de granadas. Vitale retrata sobre todo a la mujer india y a su condición como tal en un país carente de libertades femeninas. Sus fotografías van desde niñas a señoras, todas ellas dotadas de dignidad y fuerza en las que el personaje sale ensalzado inconscientemente.


Fotografía de Ami Vitale

El conflicto más cercano es el de la guerra de Irak. Karim Ben Khelifa estuvo presente y fotografió los momentos duros. Este fotoperiodista afirma que es necesario estar cerca de los protagonistas, sentirse parte de ellos y aceptar su forma de vida, por eso nunca utiliza objetivos largos. Una de las imágenes más significativas es quizá una tomada en Kufa, Irak, en 2004. Aparecen en la fotografía las cabezas de dos mujeres atrapadas en sus velos negros y como fondo hasta tres autobuses. En el primero de ellos, los dibujos de unos ojos de mujer, todos en línea. La imagen transmite una sensación de vigilancia constante. Tiene en su repertorio muchas fotografías de fallecidos de guerra o ciudades entre escombros. Para Ben Khelifa su fotografía significa “representar una gran diferencia, captar una situación con el respeto que se merece, y transmitirla en otra dirección donde pueda ser comprendida”.

Algunos autores también consideraron la fotografía para acercar entornos de pobreza como es el caso de Tim Hall, Walter Astrada o Martin Munkàcsi entre otros. Ian Teh comprendió que su cámara, sin embargo, era la testigo de una situación cambiante en la China desde la muerte de Mao Tse Tung. Ron Haviv estuvo presente en Bosnia durante la separación de la antigua Yugoslavia y Chris Hondros optó por enseñar al mundo la cara más amarga del conflicto en Monrovia, Liberia, en el año 2003.


Fotografía de Munkacsi, a orillas del río Tanganyica

El fotoperiodismo es el gran mural donde se enseña la cara más amarga, la que muchos nos negamos a ver o escuchar. En el mundo actual tan sólo un 10% de la población total vive en condiciones normales y de bienestar por eso es importante recapacitar a través de las imágenes. Ver el mensaje y actuar. La fuerza de las imágenes determina las futuras concepciones que de ellas se tenga. Y eso sólo está primero, en la mano del fotoperiodista y luego, en la conciencia de quien la recibe. Pensar es lo que nos queda.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

martes, 17 de noviembre de 2009

Odone y David















Fue divertidos conocerlos, sobre todo porque era con los que menos me llevaba de clase.
De Odone descubrí que es una chica con la cabeza llena de ideas. Sabe lo que busca y consigue lo que quiere. Desde mi punto de vista, parece no cansarse de perseguir sus metas.
















David es más callado aunque no por ello menos simpático. Siempre está sonriendo. Es muy pensativo y prudente: habla cuando lo cree necesario.




















No los conozco demasiado pero me llevo recuerdos de la preparación del trabajo en grupo. Tres miradas que enfocamos un mismo tema a través de distintas perspectivas.


















No cambiaría mi grupo de trabajo, porque me pude acercar más a ellos, ya que de otra forma seguramente no hubiera podido hacerlo.

martes, 10 de noviembre de 2009

Rincones de Pamplona

En la acogedora Taconera...



















Plaza del Castillo















BicingPamplona
























Mirada circular